EL

No es el momento ni la situación, simplemente te sientes atado sin ninguna razón. Crees llevar una bola en tus piernas que pesa mas que las penas que llevas en tu mente, quizás solo sean esas penas haciéndote pasar penitencia. Tu mente va mas rápido que tu cuerpo, a pesar de estar gastada de tanto sufrir. Tus ojos se mueven a un ritmo constante aunque apenas parpadean se han cansado de tanto llorar. Tus piernas no te siguen, es cómo si ya ni siquiera caminaran, a lo mejor se han cansado de huir.
La verdad puede que todo eso vaya a machacarte y te taladre tan fuerte los oídos un ruido que venga de afuera que pienses que ya nada vale la pena. Hasta que aparece el, si EL.
Ese latido de vida que te llena de esperanza, esa última bocanada de aire en la que se respira tardanza, no porque la bocanada sea larga sino porque llevas tanto tiempo esperando a aliviar tu carga que ya ni recuerdas por qué o quién luchabas.