Un día como otro cualquiera.

Hoy, un día como otro cualquiera, me dispongo a escribir y cómo es habitual no tengo de que hablar porque hoy es un día como otro cualquiera un día que pasa, un día mas o un día menos. Un día de esos que te sientes genial contigo mismo, de esos en los que solo tienes ganas de que sea mañana para seguir superándote a ti y a tus malditas metas mentales que nunca acaban. Lo cierto es que hoy no ha sido un día como otro cualquiera y mi vida últimamente de esos días tiene poco, ¿afortunadamente? Quién sabe. Este día ha tenido todo lo que se puede querer en un día y por qué no, mucho mas. Es increíble lo feliz que uno se puede llegar a sentir sin apenas estar despierto 13 horas, como nos logramos sentir a lo largo del día y la pequeña montaña rusa que experimentamos en el tiempo en el que soñamos despiertos con castillos en el aire, con proyectos, con personas, con lugares inimaginables. Un día da para mucho y es que sea o no un día como otro cualquiera todos son especiales, todos tienen su propia esencia, su momento álgido donde logramos mantener un éxtasis de felicidad absoluta, la pregunta es: ¿por qué no logramos que todos los días cuenten en vez de contar los días? Esta frase tan típica esconde mas de lo que vemos a simple vista, nos pasamos la vida contando los días, lunes, martes, miércoles... Que mas da que día vivas, si lo que tiene que importar es que durante el día logres sacarte esa sonrisa que se dibuja en tu cara, logres olvidarte de todos esos temores y miedos que te acechan cada noche al irte a dormir y simplemente.